El hombre que mató a su vecina de un disparo se entrega en el cuartel de Sagunto tras ser interrogado

El hombre que mató a su vecina de un disparo con una escopeta de doble cañón se entregó ayer en el cuartel de Sagunto poco después de ser interrogado por la Guardia Civil. El presunto autor del crimen se derrumbó tras sentirse acosado por los agentes del Grupo de Homicidios. Como ya informó LAS PROVINCIAS, las pruebas y testimonios que recogieron los investigadores convirtieron a Ramón en el principal sospechoso del asesinato de una mujer lituana de 47 años. El marido de la víctima, Plácido B. M., de 50 años, sobrevivió al recibir los perdigonazos en los glúteos. La pareja fue tiroteada en la madrugada del pasado domingo mientras dormía en su chalé en una zona rural del término de Sagunto.

El móvil que desencadenó el crimen fueron las rencillas vecinales entre dos familias cuyas parcelas tienen la misma valla medianera. Ramón confesó que abrió fuego con su escopeta de caza a través de la ventana del dormitorio, que estaba abierta, cuando sus vecinos dormían. Eran las 6.30 horas de la madrugada del domingo. El presunto homicida aseguró que no tenía intención de asesinar a la mujer, y como móvil de su ira esgrimió el temor de que su hija pudiera morir a manos de Plácido B., que había reñido a la joven por los ruidos de varias fiestas celebradas en el chalé de Ramón.

«Paga o moere»  

Según las investigaciones, el homicida dejó pistas falsas en la escena del crimen, como una pintada en la valla del chalé de las víctimas con la amenaza textual de «paga o moere», para despistar a la Guardia Civil con un posible ajuste de cuentas. También hizo presuntamente un agujero en la valla para que pareciera un asalto desde el exterior. Tras ser interrogado el mismo día del crimen, Ramón incurrió en una contradicción que levantó las primeras sospechas de la Guardia Civil. Sin embargo, el hombre colaboró con los agentes del Grupo de Homicidios, los dejó entrar en su chalé -para que comprobaran si unos supuestos ladrones muy violentos habían robado en varias casas- y les entregó sus dos escopetas de caza, una de ellas de doble cañón.



Además, el hombre se sometió de forma voluntaria a la prueba de la parafina, un procedimiento que detecta la presencia de restos de pólvora en la mano de una persona que ha disparado recientemente un arma de fuego, aunque advirtió de que había salido a cazar el día anterior.

Mientras los especialistas de la Guardia Civil analizaban las armas en el laboratorio de criminalística, los agentes del Grupo de Homicidios continuaron las investigaciones y estrecharon aún más el cerco al sospechoso con otro interrogatorio informal en su casa. Las preguntas que realizaron a Ramón en calidad de testigo hicieron que se derrumbara al sentirse descubierto.

Poco después de que los guardias civiles se marcharan, el hombre realizó varias llamadas telefónicas para confesar su horrendo crimen y despedirse de sus familiares debido a la larga temporada que pasará en prisión. A estas personas les dijo que se iba a entregar a la Guardia Civil. Y Ramón cumplió su palabra y acudió ayer al cuartel de Sagunto, donde reconoció la autoría del crimen. Agentes del Grupo de Homicidios de la Comandancia de Valencia se hicieron cargo del detenido y le leyeron sus derechos tras informarle de que estaba acusado de un delito de homicidio y otro en grado de tentativa.