¿Qué está pasando? Carta esposa de un Guardia Civil

Hoy quisiera compartir con vosotros un hecho lamentable. No es una denuncia sino la necesidad de expresar el dolor que me produce lo que sin duda es una situación insostenible.

Soy una mujer que lleva veinticinco años compartiendo su vida con un guardia civil de tráfico. Desde que mi marido tenía diecinueve años ha estado prestando servicio en este cuerpo como motorista, convencido y orgulloso del auténtico sentido de su trabajo, que no es otro sino velar por una mayor seguridad vial, con todo lo que ello implica: vigilancia, auxilio y, por supuesto, la sanción ante el incumplimiento de cualquier norma de circulación que conlleve un riesgo para la seguridad en las carreteras.

Apenas siendo un adolescente, y mientras realizaba el curso de esta especialidad, fue víctima directa del ataque de la banda terrorista ETA. Sufrió heridas y la pérdida de doce compañeros que dejaron su vida casi antes de comenzarla. Pero este hecho, lejos de traumatizarlo, le dio fuerzas y afianzó su convencimiento de que la labor para la que se estaba formando, era ahora aún más necesaria.

A partir de este momento cada día ha vestido el uniforme con orgullo y satisfacción, al comprobar que presta un servicio muy importante a la sociedad, lejos de aquel papel represor que precedía a la Benemérita durante los cuarenta años de dictadura.

Pero... no hay otra. Una vez más somos testigos del carácter cíclico de la Historia. La literatura, el arte, la moda, y, sorprendentemente el benemérito Cuerpo de la Guardia Civil. El 9 de enero de 2013, después de más de treinta años de democracia, de progreso y desarrollo, de un mayor nivel cultural y de tolerancia, un joven mando se esfuerza cada día en conseguir que este Cuerpo vuelva a las glorias del pasado: una Guardia Civil represora, sancionadora, temida.

Todo guardia civil de tráfico "improductivo" es castigado con la pérdida de unos doscientos euros de su sueldo por no hacer bien sus tareas, a saber: No es productivo velar por una circulación segura. No es productivo auxiliar a los usuarios ante una incidencia. No es productivo sancionar lo sancionable.

Aquí y ahora, el capitán jefe del Subsector de Tráfico de Córdoba intenta disuadir a su plantilla de motoristas y atestados a vestir el uniforme y salir a la carretera a "meter el miedo en el cuerpo" a los usuarios de la misma. Objetivos a cumplir: "pararemos veinte vehículos... algunos serán denunciados... el resto se irán con el miedo en el cuerpo".

Han disminuido considerablemente el número de accidentes mortales en las carreteras, pero este dato perece no significar nada en lo que se refiere a la efectividad de las nuevas normas de circulación, a la mayor concienciación de los usuarios o a la labor de los agentes de tráfico. Al final va a tener razón mi abuelo, que hoy tendría 103 años, cuando decía: "La letra con sangre entra". Pues no, Sr. Capitán, ni 200 euros ni 2.000 podrán borrar de un plumazo el auténtico sentido y valor de la Agrupación de Tráfico, que fue el que sedujo la vocación de mi marido. Mi más sincera enhorabuena, pues le auguro un prometedor futuro en su ascenso en el escalafón.

M. Trini Povedano Rodríguez

Córdoba
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